
Cuenta la leyenda que Riley B. King, el grandísimo B.B. King, apodó a sus guitarras "Lucille" fruto de la siguiente historia:
En el año 49, el bluesman tenía un bolo en la sala Twist de Arkansas. Era invierno y hacía frío. Para calentar el ambiente, unas notas de blues y medio barril lleno de queroseno. Quiso la mala suerte que una pelea entre dos borrachos acabara en tragedia. Entre el forcejeo, derramaron el barril y provocaron un incendio al derramar el combustible por los suelos. Todo el mundo, en medio de un pánico generalizado, huyó despavorido al exterior de la sala. King se percató de que había olvidado su preciado instrumento de seis cuerdas en el interior. Jugándose el tipo, entró de nuevo en el Twist y recuperó su herramienta de trabajo. Su más preciado bien.
En el incendio, perdieron la vida dos personas. Al día siguiente, B.B. King conoció que los borrachos que iniciaron la pelea disputaban por una mujer: Lucille. A partir de entonces, King apodó a todas sus guitarras con este nombre.
Anédotas como estas hay miles en la historia de la música. Sin embargo, B.B King representa un papel protagonista en esa historia. A sus 80 años (cumplirá 81 tres días antes que un servidor; el 16 de septiembre), King demuestra la misma fuerza, el mismo sentimiento, las mismas ganas que cuando tenía 20 años. Se nota que se divierte. Que ha nacido para esto.
Para los más curiosos (ya lo es el hecho de ponerle un apodo a sus guitarras, casi fetichista, diría yo), destaca su particular manera de hacer los vibratos, ahuecando la mano que adorna con un lujoso sello de oro. Y sonríe. Siempre sonríe. No es un guitarra técnico. Las escalas de blues siguen patrones muy definidos. Hay cabida para la improvisación, es improvisación, pero no tanto como el Jazz. Sin embargo, el blues es sentimiento. Y él, sabe transmitir.
Otra curiosidad: nunca canta y puntea a la vez.
Pues bien, lo ví en el campo de fútbol de San Javier. Sentado en su silla, disfrutando, sonriendo, siempre sonriendo. Compartiendo cartel con monstruos del blues como Shemekia Copeland y Dr. John. Murcia tiene el placer de acoger de nuevo a una leyenda viva del blues. De los pocos que quedan en activo. Será en Lorca el próximo 8 de julio. Allí espero estar.
Para despedirme, una frase del propio King: "Sabes que me hace más feliz que nada?, Dame seis cuerdas y seré feliz".
2 comentarios:
Xavalote, eso de ver un conciertito de jazz con una buena cervecita fresquita no tiene que estar nada mal. En Gran Alacant hay una terracita-pub que hacen conciertitos de jazz. Son gente amateur (no llegan al nivel de B.B. King) pero tampoco está nada mal.
A ver si nos peguem una escapadita a un cocniertito de esos antes de que emigres para tierras irlandesas.
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