Crónicas Canallas (L): La Puerta del Perdón



Fui aquí donde sucedió todo. Sobre ese mármol azul y ese jaspe rojizo la esperaría. Se apoyó sobre la piedra del templo en actitud chulesca, con una pierna flexionada en la pared, una mezcla canalla entre James Dean y estrella del rock and roll. La piedra estaba fría, pero emanaba energía. Paz. Miró el móvil nervioso, con temor a ser observado. La típica manía persecutoria de quien se cree famoso. “Pero qué más da”, se burló para sí mismo; al fin y al cabo, una catedral era un sitio de paso. Nadie repararía en él. Se cobijó del viento en la hornacina, se subió el cuello de la americana y se encendió un Lucky Strike. Como buena mujer, Venus se demoró diez interminables minutos, que él esperó con la resignada paciencia de un galán. “Hola, soy Venus, perdón por el retraso”. Estaba radiante, hiperventilada por el sprint que hizo desde el parking hasta la plaza. Su sonrisa era luz. Sus ojos eran jodidamente leales. Sus caderas, las mejores asas de la faz de la tierra. Su interior, bello como la floración en Cieza. Su espíritu sano, sanado. Con ganas de comerse la vida a mordiscos. De morir matando. De vivir viviendo.

Fui aquí cuando los cielos se abrieron, tañeron las campanas y dos chicos comunes, terriblemente mortales, sellaron, sin saberlo, la unión más fuerte que existe: el respeto, la admiración, la complicidad. El amor que no duele, por el que no se sufre. El de hacer el amor en la cocina, el de embriagarse con vino caro o barato, el de tocar la guitarra desnudo. El que crece y crece sin límite, sin techo. Sin corsés. Con valentía. También con desenfreno, con lujuria, con pasión. Con la insolencia de la juventud, de la vida. Dos almas gemelas cuyos caminos se cruzaron. Quizá estaba escrito en el destino. Ambos tenían que perdonarse de sus vidas pasadas. Pasar página. Y lo hicieron. Sin estridencias, con naturalidad, purgando los rencores. Porque el rencor mata por dentro como un cáncer en proceso de metástasis. Con unas cuantas arrugas de más en la cara. No de las que produce la vejez, sino el sufrimiento. Los vaivenes de la vida, que es muy puta.

“Me llamo Venus, soy una demente del amor, eso dice mi mejor amigo”. Le creyó a pies juntillas porque él también lo era. “Eres un cordero con piel de lobo”. La radiografía era perfecta. El fin de semana dio comienzo a las 9 de la noche de un viernes y finalizó a la 1 de la madrugada del domingo en una sala de cine arrumaco tras arrumaco. 48 horas ininterrumpidas de pasión. Querían beberse. Ambos necesitaban asimilar aquel viernes. No durmieron. Se rindieron al alba con el trinar de los pájaros y con ese tranquilizador sonido de agua manando que entraba por la ventana. La conexión era tal que ambos se dijeron, “Qué coño, le llamo”. Repitieron ritual al día siguiente. Y al siguiente. El dormitorio y la cocina se convirtieron en sus patrias y desnudaron sus corazones hasta enseñar las cicatrices. Lucían rosas, pero habían dejado de sangrar. Las acariciaron. “¿Tú me quieres cuidar?”. “Yo quiero envejecer contigo”.

Que todo ocurriera la fecha de la muerte de Miguel Hernández, un 28 de marzo, quizá tenía un simbolismo. Significaba una bienvenida, pero también una despedida. “Aunque bajo la tierra mi amante cuerpo esté, escríbeme a la tierra, que yo te escribiré”.
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Juan Máiquez

A sus 30 años ha hecho de todo en el mundo de la Comunicación y el Marketing. Con 22 años, fue editor de boletines informativos en una emisora a escala nacional en Madrid. Dio el salto a televisión con 24, donde hizo de reportero (sin dejar la radio) en lugares tan privilegiados como el Congreso de los Diputados, el Palacio de la Moncloa o el Senado. En Murcia, ha pasado por casi todas las secciones del periódico para el que escribe, La Opinión de Murcia, donde firma la contraportada todos los sábados con sus #CrónicasCanallas. Comparte espacio con el escritor y articulista de El País Juan José Millás. Ha publicado en libros de Sociología y prepara una nueva entrega editorial. Ha saltado al mundo del marketing con trabajos de locución para videos corporativos, ha vendido publicidad para una emisora de radio e, incluso, ha organizado una feria de vino en inglés en la provincia de Alicante. De hecho, tiene un blog en el portal americano www.examiner.com. Todo esto, sin abandonar su actividad periodística y su faceta como músico, escritor y radiofonista, parcela en la que tiene un posgrado.

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