
Cuentan que los “viejos rockeros nunca mueren”. Pues mira tú por dónde, que el peligroso trienio de sexo, droga y rock & roll no fue suficiente para acabar con la vida del tío ése de las gafas que sale en la foto.
Basta con que te cruces de acera para que te atropelle un monovolumen. Basta que te dé un infarto y te quedes en el sitio. Esto, sin contar que un lunático te puede descerrajar cinco tiros en cada uno de tus michelines... Y ahí te quedas. Tirado en la acera. Son cosas que pasan.
¡Viva el sexo, la droga y el rock and roll!, diría aquel. Pues no. No lo entiendan mal. No pretendo hacer un alegato en favor de la droga. Ni mucho menos. Eso sí, siempre y cuando, no entendamos por droga un inofensivo lexatín de los que se zampa Mick Jagger, después de su sesión de fitness y acupuntura. Anda que sí, menudo yonqui el tío.
En cuanto al sexo... Pues, qué quieren que les diga, el que buenamente se pueda, ¿no?
Pero, ¿Y el rock & roll?
Es que hablamos de una forma de entender la vida, amigos. Una óptica diferente de asomarse al mundo. Sirva como símil. Imaginen a un anciano que se arrima la lupa al ojo para observar detenidamente un sello. O para cotillear la esquela del periódico. "Mira, fulanito, se ha muerto la vecina". El cantamañanas de Paulo Coelho diría que se trata de una comunión de fuerzas. Algo así.
Desde que me aficioné a la música (nunca olvidaré esos vinilos de Mocedades y de los Beatles), el rock se introdujo en mí, vía intravenosa, a través de este yanqui hortera. Sí, sí, eso, una vez superada mi adicción a las botas de “chúpame la punta”.
Ahora lo sé. Creo que fue esta guitarra la que me agarró por el estómago cuando era un crío.
Se llama Billy Ray Cyrus y la canción se titula Achy Breaky Heart. Podríamos decir que es lo más parecido al Fary de Kentucky. Por cierto, ¿sabíais que este tipo intentó ser jugador de béisbol y acabó tocando R&R?. Madre mía, la de vueltas que da la vida….
El video comienza en el segundo 30. Sed pacientes, que merece la pena:
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