James Taylor: One Man Band



¿Cuándo? 15 abril
¿Dónde? Gran Teatro de Roma
¿Cuánto? 70 euros

Es un regreso a sus orígenes. En su último álbum, One Man Band, James Taylor (1948. Boston, Massachusetts) ha decidido prescindir de su banda para poner en escena sus grandes canciones de siempre: Carolina in my mind, You´ve got a friend (Carole King), Steamroller Blues o Something in the way she moves. Con la sola presencia de su inconfundible voz, su peculiar estilo de tocar la guitarra y el acompañamiento de Larry Goldings a las teclas del órgano, el armonio y el sintentizador.

Taylor consigue crear una atmósfera especial hablando sobre las historias de sus canciones, con el aderezo de su peculiar sentido del humor. Para ello, se ayuda de una pantalla gigante en la que proyecta videos y fotos de su familia y de su vida.

One man band es un disco íntimo, sensible, sincero. Taylor se desnuda en clave de pop, folk y blues. A pesar de la ausencia de instrumentos, este cantautor no duda a la hora de echar mano de la tecnología para mostrar en sus shows su famosa "drum machine". Una batería accionada por una serie de brazos mecánicos que sirve para vestir canciones como Slap Leather.



Este cantautor no es demasiado conocido en España, lo que no significa que su aportación a la historia de la música sea más que representativa. 40 años de carrera, más de 20 discos en el mercado. Con su Greatest Hits (1976), consiguió vender más de 10 millones de copias.

El mismísimo George Harrison le plagió el "Something in the way she moves", después de abandonar su Boston natal para intentar la aventura londinense en los estudios Apple de los Beatles. Artistas de la talla de Al Jarreau o Ray Charles han interpretado sus canciones. Incluso Elvis hizo una versión de su Steamroller blues.

A pesar de sus problemas con la heroína, que le colocó al borde del abismo (ha estado en varios psiquiátricos), a sus 60 años es todo un referente de la música popular.

Ante un auditorio abarrotado y embelesado con su presencia, Taylor interpretó 19 temas y se atrevió con 5 bises. Es más, al final del concierto todavía tenía fuerzas para firmar autógrafos a pie de escenario.

Un caballero de los pies la cabeza.
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Juan Máiquez

A sus 30 años ha hecho de todo en el mundo de la Comunicación y el Marketing. Con 22 años, fue editor de boletines informativos en una emisora a escala nacional en Madrid. Dio el salto a televisión con 24, donde hizo de reportero (sin dejar la radio) en lugares tan privilegiados como el Congreso de los Diputados, el Palacio de la Moncloa o el Senado. En Murcia, ha pasado por casi todas las secciones del periódico para el que escribe, La Opinión de Murcia, donde firma la contraportada todos los sábados con sus #CrónicasCanallas. Comparte espacio con el escritor y articulista de El País Juan José Millás. Ha publicado en libros de Sociología y prepara una nueva entrega editorial. Ha saltado al mundo del marketing con trabajos de locución para videos corporativos, ha vendido publicidad para una emisora de radio e, incluso, ha organizado una feria de vino en inglés en la provincia de Alicante. De hecho, tiene un blog en el portal americano www.examiner.com. Todo esto, sin abandonar su actividad periodística y su faceta como músico, escritor y radiofonista, parcela en la que tiene un posgrado.

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1 comentarios:

iRizo said...

GRANDE GRANDE GRANDE!!! CASI TAN BUENO COMO VER AL MISMÍSIMO TAYLOR EN SEGUNDA FILA A PESAR DE LOS ESPAGUETTIS BORDESSSS DE LA PRIMERA... ESTRONSO DI MERDA, CADÁVERE, YO TE PONGO LA CRÓNICA ROSA DEL CONCIERTO:
Entre el duquesito, número dos de Alba, un par de actores italianos de renombre y algunas inyecciones de botox, el público estuvo animado y tarareando canciones de hace 8 lustros.

Las drogras son malas, pero a Taylor no le han llegado a matar, como no le dió por los porros, no se ha quedado tonto y como tampoco le dió por beber. El caso es que este gran genio ha sobrevivido a 70 años de excesos como nadie, lástima que a las nuevas generaciones no les siente tan bien.

Sólo un pequeño fallo, y es que en su alarde de humildad, prefiere trasnportar su drum machine, ese monstruo de percusión y no trajo ni al pequeño coro ni a su mujer, que entraron por karaoke-playback.