Para no ver el final

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Ha sido todo un placer poder dar personalmente la enhorabuena a estos renovados M-Clan. Siempre os recuerdo que no puedo ser objetivo, pero hete aquí un juicio aproximado sobre lo que opino acerca de su octavo disco de estudio: “Para no ver el final”.

Sirva de contexto. M-Clan son ahora dos. Carlos Tarque (vocalista) y Ricardo Ruipérez (guitarra rítmica). Abandonan la formación su bajista, Pascual Saura y su batería Juan Carlos Otero, “Oti”. No ahondaremos en las causas porque serían meras especulaciones y porque la marcha de Campillo ya generó cierta inestabilidad en el grupo (prueba de ello es “Defectos Personales”, en mi opinión, un disco de transición, no exento de buenas canciones). Lo que es cierto es que la crisis también afecta a la industria de la música y, en este caso, el grueso de los beneficios se dividirá, en lugar de entre cuatro, entre dos. Ellos mismos son conscientes de que inician una tercera etapa.

La guitarra solista corre a cargo nuevamente de Priscus que, hemos de decirlo, lo hace muy bien (presten atención a su manejo del slide en Basta de blues, por ejemplo), aunque no tenga el nivel del gran Carlos Raya. El ex Sangre Azul se encarga, al igual que hiciera en “Memorias de un espantapájaros” de las labores de producción en sus estudios Riff Raff en Madrid. Y el disco suena muy bien.

Prestad atención a la portada.

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Es muy significativo que M-Clan se reivindique bajo la firma Tarque / Ruipérez, al igual que hicieran los grandes como Lennon / McCartney o Jagger / Richards, salvando las distancias. Llama mucho la atención la foto. Aparecen ellos. Nunca habían apostado por esta fórmula, si exceptuamos el directo de “Sin enchufe”. En ocasiones anteriores, habían apostado por carátulas más conceptuales. Es el caso de “Memorias…”, “Defectos personales" o “Un buen momento”. Rompen con el concepto. Los rockeros también pueden aparecer en las portadas de sus álbumes.

Musicalmente. Ellos definen su nuevo trabajo como un disco más soul. “Visceral, urbano. Canciones con alma y músculo”, dice Carlos. Eso no quita que “Para no ver el final” sea eminentemente un disco de rock. Prueba de ello es “Calle sin luz”, un tema en el que Carlos enfrenta su voz al sonido de la guitarra. Pero hay cambios. Los arreglos de metales recorren de arriba abajo el disco, lo embellecen y lo enriquecen. “Para no ver el final” o “¡Ahora!” son las más “trompeteras” del disco y están francamente conseguidas. Refuerzan el concepto de banda. En directo será, como siempre, un auténtico espectáculo.

M-Clan es un grupo que sabe hacer rock mejor que nadie.

Algo que no es incompatible con hacer buenas canciones pop, folk o soul. Respeto la opinión de los que añoran los dos primeros discos (a mí me gustan, son dos joyas del rock clásico), pero la evolución es coherente, lógica y esperada. Y como dice Ruipérez, "en aquella época no vendíamos un puto disco". De hecho, me atrevo a afirmar que es, sin duda, su mejor trabajo hasta la fecha. Para los que encumbran “Un buen momento” y “Coliseum”, sólo tienen que escuchar “Basta de blues” para recordar aquellos tiempos. La calidad en la producción ahora es, además, mejor.

Por lo demás, hay temas que siguen la senda de “Memorias de un espantapájaros”, "Desesperación por verte", recuerda mucho a “Inmigrante” e, incluso, un guiño a su sonido más sureño, muy en la onda de "Balada del desarraigado". Es el caso de “Gracias por los días que vendrán”, donde la mandolina aporta ese toque americano y de raíces.

Las influencias. Es obvio que las comparaciones nos ayudan a entender mejor su sonido. He leído que están influenciados por artistas como Sam Cooke, Otis Redding, Black Crowes, Amy Winehouse (?) o Eli Paperboy Reed. Bueeeeno. Lo que está claro es que cada día son más personales y que han encontrado su propio sonido. Como dijo Ricardo Ruipérez en su día, su preocupación es que M-Clan sonara a M-Clan. Creo que lo han conseguido.
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Juan Máiquez

A sus 30 años ha hecho de todo en el mundo de la Comunicación y el Marketing. Con 22 años, fue editor de boletines informativos en una emisora a escala nacional en Madrid. Dio el salto a televisión con 24, donde hizo de reportero (sin dejar la radio) en lugares tan privilegiados como el Congreso de los Diputados, el Palacio de la Moncloa o el Senado. En Murcia, ha pasado por casi todas las secciones del periódico para el que escribe, La Opinión de Murcia, donde firma la contraportada todos los sábados con sus #CrónicasCanallas. Comparte espacio con el escritor y articulista de El País Juan José Millás. Ha publicado en libros de Sociología y prepara una nueva entrega editorial. Ha saltado al mundo del marketing con trabajos de locución para videos corporativos, ha vendido publicidad para una emisora de radio e, incluso, ha organizado una feria de vino en inglés en la provincia de Alicante. De hecho, tiene un blog en el portal americano www.examiner.com. Todo esto, sin abandonar su actividad periodística y su faceta como músico, escritor y radiofonista, parcela en la que tiene un posgrado.

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