“Nietos de toreros disfrazados de ciclistas, ediles socialistas, putones verbeneros, peluqueros de esos que se llaman estilistas, musculitos, posturitas, cronistas carroñeros, divorciadas calentonas con el pelo a lo Madonna, trotamundos, fantasmas, soplones de la pasma, pintorcillos vanguardistas, genios del diseño…”.
Todo eso -o un poco menos, que a los murcianos nos gusta exagerar- fue la famosa fiesta single que celebró Ficciones el Día de los Enamorados. Chicos y chicas encantados con su soltería o cabreados con ella, según el caso. Lo que está claro es que fue una verdadera demostración de fuerza, un sacar músculo, una declaración de principios como la que exhiben todos aquellos que acuden a una manifestación de cualquier índole: se puede vivir de forma independiente, autosuficiente, sin pareja, sin completar ninguna mitad porque nadie nació incompleto, dicen. Pues esta fue la filosofía que se dio cita el pasado viernes por la noche en el videoclub-bar, una filosofía que apesta a pachuli para algunos y que huele a Channel para otros.
“El ambiente es un poco bizarro”, declara en la puerta una pareja (chico-chica). De hecho, deciden marcharse en bici (los dos en la misma) a El Secreto, que no es El Capricho, por cierto. Bizarro. Véase el vocablo en la RAE: valiente, esforzado. Un claro ejemplo de cómo el vocabulario hipster se aleja del vil vulgo, vaya.
El evento en Facebook se anunciaba a bombo y platillo con atractivos tales como que la relación de hombres-mujeres había sido de 1 a 3 en ediciones anteriores. Es decir, que había muchas más solteras dispuestas a relacionarse con sus semejantes. Y que había chupitos gratis para los hombres antes de las 12. Ambos excelentes ganchos publicitarios, de manual de marketing. Pero nada más lejos de la realidad. A ojo de buen cubero, el número de singles masculinos superaba al de singles femeninas en una relación de 60/40, que se fue igualando a medida que transcurría la noche. Y las copas.
Segunda apreciación. Los chicos con los chicos y las chicas con las chicas, como en el cole. No importa que tengas 25, 30 ó 40 años. Daban ganas de ejercer de alcahueta y decir: “Fulanito, te presento a menganita. Le quiere hacer el amor a tu mente, ya os apañáis vosotros”.
Los capuletos y montescos no se entremezclan hasta pasadas varias birras, se rompe el hielo, sube la temperatura y empiezan a verse escotes, tanto femeninos como masculinos. Se respira excitación y la ley antitabaco ejerce su función: que el affaire cuaje en la puerta del garito. No sin antes echar un vistazo a unas cuantas caras conocidas: una redactora de este periódico, un cargo político (del ala progresista, por supuesto), un músico con rastas del circuito cantautoril, e incluso, un bloguero gay que sabe mucho de cine. Del gay y del hetero.
Lo de las pegatinas verde (disponible) y roja (ocupado) se quedó en mera anécdota. Y parafraseo a un irlandés que decía aquello de que “la mejor manera de evitar la tentación es caer en ella”. Pecar es de humanos.
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