Crónicas Canallas (XXI): La culpa fue del Casio PT-32


El pianista flamenco Abdón Alcaraz (Murcia, 1976) era un trasto con 6 años. Un jodido trasto. Su bendita madre solo conseguía apaciguarle con el folclore argentino de La Negra Sosa, el somnífero perfecto para que el ‘huracán’ diera una tregua antes de caer rendido en los brazos de Morfeo. Como cualquier niño hiperactivo, el pequeño Abdón todo lo desmontaba, todo lo destruía, se aburría rápidamente de los juguetes convencionales con los que se entretenían los niños de su edad. Hasta que llegó el Casio PT-32 que le trajo su tía abuela de Andorra. Un piano polifónico que funcionaba a pilas, de las gordas. Ese fue, sin duda, el punto de inflexión.

Su padre, médico, pinchaba por aquel entonces discos de Serrat y Julio Iglesias, la música que sonaba en el domicilio de los Alcaraz, al igual que un muchos hogares murcianos de mediados de los 80. Abdón rompió los tres platos de vinilo que había en casa, de ahí que su progenitor decidiera pasarse a la durabilidad del casete, y posteriormente al CD. Era un ordenador Spectrum el que hacía de equipo de sonido, donde aquel chaval reproducía una y otra vez el The Works de Queen. Y se quedaba embelesado con la genialidad de Freddy Mercury.

Su segundo piano llegó con 11 años, esta vez, de Canarias. Tenía 4 octavas. En él, Abdón comenzó a soltarse con las dos manos y a sacar piezas clásicas de oído como Para Elisa. Y ya componía sus primeros conatos de canciones. Un niño prodigio murciano.

Cuando vivían en Yecla, sus padres le matricularon en la Escuela de Música de allí, pero, a él le divertía más el Casio que la hora de solfeo. Eso no fue un impedimento para que cursara el Grado Elemental, ya en Murcia, en la academia Santa Cecilia -calle Manresa, junto a Gran Vía-, e ingresara posteriormente en quinto de Conservatorio. Arrasó con sobresaliente y dio su primera audición con 15 ó 16 años,Gitana, en el instituto del barrio del Carmen. Allí estaba casualmente Alberto Morote (saxofonista y cantautor murciano), que, en pleno fervor adolescente, le propuso montar una banda. Era la mejor manera de ligar, siempre lo ha sido. Fundaron Taxi, donde fusionaban jazz y rock. Y montaban el guirigai en un garito que había junto a las vías del tren, en Santiago El Mayor. La osadía de la edad hacía que Abdón y Alberto se atrevieran hasta con versiones de Miles Davis.

Nunca abandonó las teclas de Zapatos de Gamuza Azul (cuando lo conocí), el mejor tributo a Elvis que hay en la Región. Te debo una, Willy, no se me olvida.

Pero volemos en el tiempo. Año 2013. Se presenta Bolero Flamenco en el Festival de Jazz de San Javier. Otra sabia decisión de Alberto Nieto, que trae, por cierto, por quinta vez a George Benson al parque Almansa este verano.

Bolero Flamenco es un disco que no se entendería sin el registro de la cantaora cartagenera Verónica Sobrinos. Abdón se enamoró de su voz -y quizá no solo de su voz- y supo ver el diamante en bruto que tenía entre manos.

El concierto del 10 de mayo en la sala Miguel Ángel Clares (sorteamos dos entradas en la web, #ahílollevas) es la puesta de largo en Murcia de un disco que compite en los Grammy latinos de este año. Y tiene posibilidades. Un álbum de muchísimos kilates que aúna: pasión, quejío, emoción y la luz cegadora de las grandes obras. En la cita del Auditorio estarán Miguel Ángel OrengoPilar Andújar al baile, Antonio Peñalver al contrabajo, Fran Bernal (Los Parrandboleros), Mara Luna, e incluso,Carlos Singer (Santiago Campillo & The Electric Band), que lo mismo canta por El Cigala, que hace el canalla por Bon Scott. Entre otros.

No os vendo nada. Simplemente os presento a un tipo que toca en la Midwest Conference de Minneápolis, en Estados Unidos, que va a actuar en Sudamérica, Centroamérica y Asia. Y es de la tierra. Las próximas citas las tiene en Francia e Israel, para los más viajeros.

Le encanta comer (lo que lo hace, a mi entender, un tío fiable), dice que hace unos arroces de cine (habrá que comprobarlo) y jura que no cambia Murcia, ni por Miami, ni por todo el oro del mundo. A mi, me ha enamorado. Y me ha hecho discrepar de Sabina: Joaquín, te equivocabas, los boleros no mienten. Al menos, este no.
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Juan Máiquez

A sus 30 años ha hecho de todo en el mundo de la Comunicación y el Marketing. Con 22 años, fue editor de boletines informativos en una emisora a escala nacional en Madrid. Dio el salto a televisión con 24, donde hizo de reportero (sin dejar la radio) en lugares tan privilegiados como el Congreso de los Diputados, el Palacio de la Moncloa o el Senado. En Murcia, ha pasado por casi todas las secciones del periódico para el que escribe, La Opinión de Murcia, donde firma la contraportada todos los sábados con sus #CrónicasCanallas. Comparte espacio con el escritor y articulista de El País Juan José Millás. Ha publicado en libros de Sociología y prepara una nueva entrega editorial. Ha saltado al mundo del marketing con trabajos de locución para videos corporativos, ha vendido publicidad para una emisora de radio e, incluso, ha organizado una feria de vino en inglés en la provincia de Alicante. De hecho, tiene un blog en el portal americano www.examiner.com. Todo esto, sin abandonar su actividad periodística y su faceta como músico, escritor y radiofonista, parcela en la que tiene un posgrado.

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