Crónicas Canallas (XXXIV): El chamán luso


Se llama Susia. Es una gata de ojos atrigados que, por su tamaño, bien puede confundirse con un lince salvaje, de no ser por un collar, que revela que es un minino doméstico. Está cariñosa. Se frota contra mis piernas, ronronea y termina por ocupar el pequeño espacio literario que me había procurado, ‘a casico hecho’, bajo la sombra de un algarrobo y una olivera en la campiña portuguesa. Un banco y una mesa de jardín se pueden convertir en mi templo espiritual por las próximas dos horas. Luego haré yoga sobre unas baldosas acolchadas, acotadas por todo tipo de flores. Si alzas la vista solo ves campo, verdor, paz, quietud. Solo necesito un paquete de Lucky y el IPad de Inés para darme una vuelta y navegar. En aguas del Atlántico. Contemplando extasiado cómo la erosión del agua salina obra milagros en la roca. En forma de gruta, de monte de Venus, de señorita Lou. “Que todas las noches sean noches de boda, que todas las lunas sean lunas de miel“.

En el Algarve portugués no se percibe la crisis, quizá, porque esta economía pescadora y humilde sobrevive gracias a los euros de franceses, británicos e hispanos que buscan el retiro, tanto vacacional como espiritual, en este mágico enclave de la Península Ibérica. Los pantalones de la selección de Cristiano valen 13 pavos. Su camiseta con nombre y número, 33. Casi igualito que en España, donde nos eliminan en primera ronda, pero por la zamarra de Xavi o Iniesta te soplan 100 dólares. #MarcaEspaña. En cualquier caso, en una gasolinera de Lepe he comprado dos cedés: uno de black music (Barry White, Miles Davis y Ottis Reding) y otro de la Electric Light Orquestra. Cada uno a 2,95 euros. Es ahí cuando entiendo que tipos como Caco Senante cumplan condena y que en la SGAE no se haya robado menos que en BBVA, Santander o Bankia. Trato preferente por parte de los gobiernos de la casta, Pablico.

La jornada ha amanecido gris, como el típico día dublinés de pinta de Guinness y conversación de barra tabernaria. A mediodía aclara. Es momento de abrirse un tercio de Superbock’s y hacerle una media Verónica o una manoletina a la vida. Por si no hay mañana, prima, me la pongo por montera.

Remedio natural del verano. Me cuenta el veterano masajista del Quinta Do Marco que las hernias de espalda tienen curación. Atiende. Lo cuenta con tal vehemencia, mientras me amasa como a una chapata, que le creo. Se llama Argila, tomad nota. Habéis leído bien. ARGILA. Es un polvillo que se mezcla con agua salina tibia hasta conseguir hacer un barro o una pasta uniforme -todo esto me lo explica el chamán-masajista en un portugués cerrado, a la vez que respira dificultosamente-. Se emplea a fondo. Con la mezcla resultante “tes que facer una cataplasma“, prosigue. “Y que tu mujer te la coloque en la zona dolorida durante dos horas” (importante eso de que sea tu mujer y/o marido). “Ni un minuto mais, ni un minuto menos“. Manda carallo, tanta xente sin traballo, que diría mi estirpe gallega.
Es aquí cuando reflexiono sobre la capacidad que tenemos para contradecirnos los mortales. Y llego a la conclusión de que es humano pensar un día una cosa y cambiar de parecer al día siguiente. Tan humano como desconcertante. Por eso, me contradigo y no sé si a Pablo Coelho lo podríamos calificar como autoayuda y, por tanto, un género literario menor, según los críticos de mesa de camilla. Me parece injusto.
Porque, ¿qué hace un buen libro si no es sanar? Argila, amarilla. Me lo ha recomendado mi chamán.
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Juan Máiquez

A sus 30 años ha hecho de todo en el mundo de la Comunicación y el Marketing. Con 22 años, fue editor de boletines informativos en una emisora a escala nacional en Madrid. Dio el salto a televisión con 24, donde hizo de reportero (sin dejar la radio) en lugares tan privilegiados como el Congreso de los Diputados, el Palacio de la Moncloa o el Senado. En Murcia, ha pasado por casi todas las secciones del periódico para el que escribe, La Opinión de Murcia, donde firma la contraportada todos los sábados con sus #CrónicasCanallas. Comparte espacio con el escritor y articulista de El País Juan José Millás. Ha publicado en libros de Sociología y prepara una nueva entrega editorial. Ha saltado al mundo del marketing con trabajos de locución para videos corporativos, ha vendido publicidad para una emisora de radio e, incluso, ha organizado una feria de vino en inglés en la provincia de Alicante. De hecho, tiene un blog en el portal americano www.examiner.com. Todo esto, sin abandonar su actividad periodística y su faceta como músico, escritor y radiofonista, parcela en la que tiene un posgrado.

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