Conocí a David Costa (Murcia, 1978) en la cervecería Foster’s, en la plaza de Santa Eulalia de esta bendita capital. Ambos estábamos recién aterrizados en Murcia y un intercambio de idiomas y unas cervezas era una magnífica oportunidad para socializar. Hacer networking —que dicen ahora— y abrir un poco la mente.
Me contó una historia que me fascinó, a la vez que sonaba (nunca mejor dicho) a cuento chino, la verdad. No mentía. David se crió a caballo entre La Alberca y Santo Ángel. A los 13 años comenzó a tener contacto con la comunidad china: pidió trabajo en un restaurante chino en Murcia como friegaplatos y, aquel niño raro que tocaba el piano en los recreos, se adentró en un idioma y en una cultura que, a cualquier murciano, en 1991, le hubiera parecido de otro planeta. «En aquellos tiempos no era fácil encontrar libros en Murcia para aprender chino, así que tuve que crear mi propio abecedario tal y como escuchaba las palabras», me narra David en una larga epístola electrónica.
Más tarde, aprendió el sistema PinYin, creado en los 50 para leer chino en letras romanas. Se estuvo formando hasta los 21, cuando se largó de España en 1999.
Habla seis idiomas, incluidos el chino, el japonés y el mongol. Estudió en la Universidad de Mongolia interior (región de China, no el país). «Después del instituto trabajé un tiempo en empleos que no suponían ningún reto profesional. Harto de la mentalidad empresarial murciana del bajo sueldo y el enchufe, emigré a Inglaterra».
Allí comenzó importando productos chinos y su dominio del inglés y otros idiomas le sirvió para conseguir un puesto como oficial de immigración en el país. Se casó con una japonesa, de la que se divorció cuatro años más tarde, lo que le valió para aprender (entre otras cosas) japonés y, en 2006, el amor por Asia volvió a llamar a su puerta y terminó en Huhhot, región norteña de China, donde continuó formándose en la universidad.
Fue en ese paréntesis cuando nuestros caminos se cruzaron. «Después de doce años fuera, Murcia había cambiado mucho. A pesar de haber conocido a grandes personas como Juan Navarro y Gustavo, sentía ser un extranjero en mi propia tierra. Pensaba en inglés y en chino y echaba de menos mi estilo de vida en China».
Fue ahí cuando operó como gerente de empresas murcianas que exportan a Asia. Representaba a bodegas como Casa de La Ermita, Hacienda del Carche, Iniesta (la del jugador albaceteño) y Viñaelena. En la actualidad, es manager de Relaciones Públicas en GHC, una empresa hotelera que posee los derechos de gestión y servicios de consultoría técnica en China para dos marcas mundialmente conocidas: Howard Johnson y Wyndham Gran Plaza Royale. Brinda su apoyo a David García y su proyecto www.cazatutrabajo.com, un tutorial didáctico para amarrar buenas oportunidades profesionales.
«China es un país machista?», le pregunto. «En Shanghái no hay tanto machismo, porque la mujer es la que lleva los pantalones en la familia y el hombre es el que friega. En otras partes de China, el machismo es cruel hasta el punto de abortar si el bebé es una niña; esto no es un problema de ser o no humano, es una cuestión de educación y de la sociedad que te rodea».
También es músico, espera un bebé de su mujer, Yang Yang, y me cuenta por ‘guasap’ que el crío será futbolista.
De los mejores momentos que David me ha brindado fue cuando se arrancó con un sentido blues en mi guitarra, después de habernos tocado la banda sonora de Titanic con la flauta travesera y dejarnos patidifusos.
«En diez años me veo con mi propio negocio, un modelo con mucha carga social y que dé para cuidar de los míos. Eso, y tocar en un bareto algún que otro reel escocés, mientras la gente salta y baila encima de la mesa bebiendo birras sin parar». Ya he cerrado sitio y hora para el show.
Que la fuerza te acompañe, ‘granwei’.
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